Sinestesia

Por: Rafael Buzón – Onironautas

 

“No existe una teoría. Sólo tienes que escuchar. El placer es la ley. Me gusta la música con pasión. Y porque me gusta trato de liberarla de las tradiciones estériles que la ahogan. Es un arte libre que brota – un arte al aire libre, sin límites, como los elementos, el viento, el cielo, el mar. En ningún caso debe ser cerrado y convertido en un arte académico.

Claude Debussy

Siendo el tema central de este número el color, quizá os parecerá extraño encontrar en esta página composiciones musicales. Sin embargo, los que ya conozcáis la revista habréis comprobado que una de sus características distintivas es que rechaza la separación categórica entre las artes, y en cambio tiende a ir en busca de la esencia misma del acto creativo, potenciando la combinación de los diferentes lenguajes artísticos.

Pero para los espíritus más críticos que no se contenten con excusas genéricas, sirvan estas breves notas como pistas interpretativas sobre la relación entre el arte de combinar sonidos y el de combinar colores, y sobre las dos composiciones que acompañan a este artículo. (Antes de seguir leyendo, os recomiendo que escuchéis primero la música de manera que mis reflexiones no condicionen vuestra audición).

Lo primero que me viene a la mente es el recuerdo de una clase de música en la que el profesor nos recomendaba visualizar escenas o imágenes como recurso de inspiración para componer. La idea de buscar la inspiración musical fuera de la música, incluso fuera del sonido, me entusiasmó inmediatamente, aunque nunca la puse en práctica hasta hoy. La participación en un número de Tusitala sobre el Color me daba el impulso necesario para probarlo.

Hablar de música con palabras siempre conlleva una dificultad insalvable, la música es también un lenguaje con su propia gramática y léxico, y es totalmente intraducible al lenguaje verbal (por lo que sé hasta el día de hoy). Por ello, cuando hablamos de las sensaciones que nos provoca la música recurrimos normalmente a imágenes metafóricas asociadas a otras artes y nos referimos a texturas, atmósferas, paisajes o colores. Música descriptiva lo llaman.

En estas dos composiciones intenté imaginarme como un pintor ante un lienzo en blanco, como digo, puede parecer extraño, pero ya desde un punto de vista etimológico la pintura y la música están más próximas de lo que nos imaginamos pues la palabra composición se aplica tanto al ámbito de la pintura como a la música.

La idea era, por tanto, asimilar en la medida de lo posible el lenguaje musical al lenguaje pictórico, tratando a los recursos musicales como si fueran figuras y colores, exagerando conscientemente el contraste entre los diferentes modos, instrumentos, y ritmos con una técnica por así decirlo impresionista. La expresión “música impresionista” se utilizó, por cierto, ya en su día para describir la música de Debussy y Ravel.

En relación a las composiciones que acompañan este artículo, en “Orient Express” intenté pensar como si fuera un compositor de música de cine. Intenté escribir música a partir de la visualización de una escena en un paisaje boscoso y nevado, visto desde la ventana de un tren en marcha, e intenté dejarme llevar por la música que me sugería el paisaje cambiante. Música para una película que no existe.

“Cenefa” está construido sobre una idea muy visual. A partir de un mismo motivo que se va repitiendo y entrelazando consigo mismo, usando varios instrumentos y combinando distintos modos musicales y compases, el efecto puede llegar a sugerirnos la misma sensación que tendríamos al observar un motivo serial pictórico que germina armonizando varios colores, ángulos y posiciones.

Pero como decía antes, el lenguaje verbal tiene una capacidad limitada para hablar de cuestiones tan abstractas como la música. Nunca podremos aspirar a llegar con la palabra a la intensidad emocional que puede transmitirnos la música, al menos yo no puedo. Lo mejor será, entonces, dejar que la música hable por sí sola.

Onironautas son:

Rafael Buzón, Guitarra
Paulina Sánchez, Violín
Ruth Abela, Clarinete
Oriol Fontanals, Contrabajo
Jose Luis Garrido, Percusión

Grabado y mezclado en Bonobo Records

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